Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн

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El ahora denunciante generó más dudas que convicciones en el magistrado. Por eso, Ramos Padilla –haciendo caso a su intuición– llamó a la Fiscal Federal subrogante Natalia Corbetta, para entre los dos tomarle declaración e iniciar un expediente.

La declaración/confesión duró varias horas. La fiscal Corbetta y Ramos Padilla preguntaron desde la ignorancia de lo vivido; le pidieron que fuera minucioso y detallista, que dijera todo lo que recordaba y explicara cada una de las pruebas. Etchebest denunció la extorsión en curso y la intimidación de Marcelo Sebastián D’Alessio. Justificó por qué y cómo lo grabó, detalló su actividad laboral, exhibió las pruebas, fundamentó quién era el hombre que se hacía pasar por espía y cómo lo conocía. Tipeo tras tipeo, las hojas en blanco se fueron llenando de palabras. Finalizada la declaración testimonial, le indicaron a Etchebest que debía volver al día siguiente a ratificar lo exhibido.

En principio, Ramos Padilla creyó que se trataba de un caso conocido en la jerga como “fiscal girado”, es decir que un tercero (Marcelo D’Alessio) exige dinero en nombre de, en este caso, el Fiscal Federal Carlos Ernesto Stornelli. Incluso con la declaración testimonial en sus manos y las pruebas presentadas, había piezas del rompecabezas que al magistrado parecían no concordarle con la imagen descripta y declarada por Etchebest. Amén de ello, actuó con las herramientas que tenía para dar fin a la supuesta extorsión en curso.

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