Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн
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Para no levantar sospechas, Matías pidió un agua con gas y, mientras saciaba su sed, escuchó la voz de su padre. Lo reconoció a través del reflejo de un vidrio y se quedó de espaldas para no ser detectado. La dupla de ingresantes al local se sentó a dos mesas de su ubicación. Minutos después, D’Alessio se paró y se ubicó a unos siete metros de distancia. Carlos Stornelli apareció en escena y saludó a su amigo con un abrazo. Matías sacó fotos y filmó algunos segundos.
Durante el encuentro, notó que el fiscal federal, además de charlar con D’Alessio, le mostró unos relojes antiguos. El hecho dejaba entrever una relación entre las partes de cercanía y complicidad más directa. De no ser así, ¿se hubiera tomado el tiempo Stornelli de elegir algunos de sus preciados relojes de colección, colocarlos en un elegante maletín de cuero y llevarlos al encuentro?
Cierto es que la afición por los relojes antiguos es un hobby que el funcionario público posee y comparte con varios miembros del sistema judicial. En Capital Federal algunos de ellos suelen comprar y pasar el tiempo en una coqueta relojería sobre la calle Posadas, a metros de Patio Bullrich.