Читать книгу Desde el suelo онлайн

16 страница из 54

—No, yo nunca juego.

Y diciendo esto, acarició a Capulino y cruzó la Gran Vía.

—¡Capu, nos ha dejado cien pesetas! ¡Vamos a desayunar de lujo! ¿Tienes sed? Espera, te voy a dar agua. Voy a comprar una garrafa.

»Don Basilio, el del bar, nos ha dado una pringá que está riquísima. Espera, hombre, no te pongas nervioso que la voy a dividir. Aquí tienes. No comas tan rápido, ya sabes que después te sienta mal.

»Caballero, muchas gracias. ¿Has visto?, la gorrilla se está llenando. Voy a retirar un poco de dinero de ella, ya sabes, por si acaso… ¿Has terminado?

Capulino se relamía con gusto y siempre esperaba algo más, pero…

Como te iba contando, no sabía si alguien había notado mi ausencia durante el tiempo que estuve fuera de la taberna, porque el jaleo y la fiesta continuaban.

Bien entrada la noche, Carlos apenas podía hablar, aunque se reía muchísimo; creo que había consumido más alcohol de lo normal. Los flamencos se marcharon con más pena que gloria y solo un pequeño grupo estaba canturreando bajito. Lucas, el camarero, fue el único que me preguntó

Правообладателям