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A pesar de una línea del pensamiento científico que asegura que el ser humano, como especie, ha dejado de evolucionar, yo no lo creo. Al contrario, creo que la evolución de las especies es imparable, porque la vida está en una constante evolución; generación tras generación, nos estamos transformando continuamente. Por lo tanto, tampoco me parece tan disparatado pensar que, si la evolución no se ha parado ni se para en el actual Homo sapiens, este pueda seguir evolucionando de forma divergente y quizás una de esas modificaciones pudiera seguir la pauta de aumentar su parte energética en detrimento de su parte física, dando lugar a un sistema, a un ser, a una manifestación menos densa que no estamos preparados para ver. ¿Y si eso hubiese sucedido ya?

Llegados a este punto, me inclino a creer que quizás puedan existir otras formas de vida más evolucionadas, de las que no somos conscientes porque nuestro cerebro no tiene la capacidad para ello. No podemos ver ni captar determinadas ondas o formas de vida más espirituales o energéticas, pero ello no quiere decir que no estén ahí, a nuestro alrededor. Sé que esta idea no es ninguna tontería. Si han leído algo sobre los últimos descubrimientos en física cuántica, sobre todo lo que se refiere a los multiversos y mundos paralelos, comprobarán que podría ser posible. Por poner un ejemplo, el físico y premio nobel Steven Weinberg, citado por otro famoso físico, Michiu Kaku, en uno de sus divulgativos libros, equipara esta teoría del universo múltiple a la radio: «A nuestro alrededor —dice Weinberg— hay cientos de ondas de radio que se emiten desde emisoras distantes. En cualquier momento dado, nuestra oficina, coche o sala de estar están llenos de estas ondas de radio. Sin embargo, si conectamos la radio podremos escuchar solo una frecuencia cada vez. Cada estación tiene una energía diferente, una frecuencia diferente. Como resultado, nuestra radio solo puede sintonizar una emisora cada vez. Del mismo modo, en nuestro universo estamos «sintonizados» en una frecuencia que corresponde a la realidad física, pero hay un número infinito de realidades paralelas que coexisten con nosotros en la misma habitación aunque no podamos «sintonizarlas». Aunque estos mundos son muy parecidos, cada uno tiene una energía diferente».

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