Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн
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Estaba ordenando un poco la cocina, después de haber desayunado, cuando oí que llamaban a la puerta y tanto Tao como Greta no paraban de dar saltos y ladridos. Abrí, secándome las manos con un paño de cocina, y allí estaba ella.
—Buenos días —dijo mientras acariciaba a mis perros.
—Buenos días —respondí sonriendo e, intentando aparentar tranquilidad, me aparté de la puerta invitándola a entrar.
—Hace una semana que no te dejas ver. ¿Otra vez te escondes?
«¡Vaya!», pensé, viendo cómo se diluía mi tranquilidad. «No te andes por las ramas, tú directa».
No le respondí. La invité a sentarse, preparé una infusión de hierbas, las mías tranquilizantes, y me senté frente a ella. Estaba jugando con Greta, y Tao se le había subido encima. Tomó el cacillo con la infusión y me miró un poco seria.
—No pretendo inmiscuirme en tu vida, pero no he vuelto a verte desde que tuviste tu experiencia y solo quiero saber si estás bien. Quizás quieras hablar de ello, cualquier cosa menos esconderte. Sabes, en el fondo de tu corazón lo sabes, que no debes temer nada. Estoy aquí para ayudarte, para que tu camino sea más fácil. —Hizo una pausa y continuó—: Pero si no quieres mi ayuda, si no quieres continuar lo que has comenzado, dímelo y desapareceré. No volveré a molestarte.