Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн
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Aquella noche ni siquiera encendí la chimenea. Me arrellané en el sofá, me tapé con una manta y, sintiéndome idiota por enésima vez, rememoré su frase de despedida desde la puerta. ¿Mis conflictos internos? ¿Que yo sabía a qué se refería? Claro que era consciente de mis conflictos internos, los verdaderos, que eran los sentimientos que ella me producía, porque sobre la fuerte experiencia con el océano más o menos había llegado a una explicación que, de momento, me servía para entenderla. Pero ¿a qué conflictos se refería ella? Si yo acababa de revelarle todas mis especulaciones sobre la prueba en la que me había guiado y coincidía bastante con lo que ella me dijo después, era evidente que ahí no había conflicto. ¡Dios, qué mujer! De nuevo tuve la seguridad de que ella conocía perfectamente la pasión que había despertado en mí, así como la confusión de mis pensamientos, que, lógicamente, únicamente yo podía aclarar. Me sentí en ese momento como si fuese de cristal y evoqué nuestro primer encuentro, cuando tuve la sensación de que su mirada llegaba hasta los más recónditos rincones de mi alma.