Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн

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No pude moverme del sillón. El ruido de la puerta al cerrarse anuló mi falsa altivez y maldije mi gran estulticia. Había tolerado que mi propia agitación e incertidumbre interna se hubiesen revelado en una tensión erótica y emocional que, al ser incapaz de domeñar y manejar, se había convertido en una alteración nerviosa que, en un arrebato pueril y torpe, había transformado en una respuesta altanera y tosca que no tenía nada que ver con lo que verdaderamente sentía en mi corazón.

Pero no podía volver atrás. Lamentablemente, las palabras no pueden recogerse y tenía que asumir mi metedura de pata. Anduve todo el día de acá para allá, de muy mal humor y sin conseguir centrarme en nada de lo que hacía. Aquella tarde ni salí a pasear ni me pasé por el bar al anochecer. No salí de casa. Pasé la tarde frente a la ventana, contemplando los árboles que, frente a la casa, se iban espesando hacia la izquierda, subiendo un suave repecho, para convertirse al final de este en un tupido bosque. Un poco más hacia la derecha podía ver el principio de la ladera que desembocaba en la pequeña cala y parte de los acantilados y, más allá, el horizonte, que se confundía con el azul del océano. El hermoso paisaje conseguía hipnotizarme durante algún tiempo, pero el desbarajuste de mis pensamientos me arrancaba finalmente de mi abstracción.

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