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—Pues ahora mismo tú y anoche Lucía. No sé dónde estaba Nina, pero desde luego no estaba en ninguna otra aldea. Pero tienes razón. Al fin y al cabo, si no tiene nada que ver conmigo no tengo ningún derecho a haceros preguntas, así que os pido disculpas.
Amanda miró extrañada a Lucía, pues desconocía lo de la noche anterior. Entonces Lucía se acercó a mí y me abrazó.
—Lo siento. Te dije lo primero que se me ocurrió para tranquilizarte. En aquel momento no podía decirte otra cosa. Puedes tener la seguridad de que tienes nuestra confianza, pero, aun así, todas las cosas tienen su tiempo, como las estaciones de la naturaleza.
Amanda también se acercó y me dio un beso.
—Tú sabes que ya formas parte de nuestras vidas. No es falta de confianza, sino de momentos adecuados o de preparación.
—Te advierto de que yo aprendo muy rápido —la interrumpí riéndome y, en el fondo, queriendo zanjar el tema, pues me había dado cuenta de que tenían razón en lo de los tiempos. Por otro lado, pensé también que no debía entrometerme demasiado. Si había algún secreto, debía esperar a que quisieran contármelo y si no lo hacían debía respetar su decisión.