Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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En la oscuridad de aquella habitación, solo quedaba pensar que la relación matrimonial y familiar de este pequeño grupo, mirado desde fuera, era excepcional; todo era belleza, amor y aceptación. Vivían bien, eran unidos como clan, e independientes como individuos. Casi no peleaban y cuando lo hacían eran muy reservados y rápidamente se abuenaban. Sin embargo, en el seno mismo de ella algo no funcionaba. Más allá de las infidelidades masculinas, había aspectos fundamentales que no se respetaban, como por ejemplo la falta de comunicación verbal o diálogo, que casi siempre se traducía solo en un saludo, muy amoroso de todas maneras, pero que no tocaba el fondo del problema. Parecía que uno no se atrevía decirle al otro las cosas que estaban minando esa relación, esquivando los momentos de verdadera conversación. No obstante, al verlos dormir parecía que su sueño era plácido.

Ramiro, aunque ya no tenía la obligación de regresar temprano, llegó antes que Lorena a su casa, estaba inquieto por saber cómo había sido el primer día de la nana nueva; eso y el compartir con Lorena la última noche antes que esta se fuera a Concepción, fueron incentivos suficientes para que esto ocurriera. A su encuentro salió Ana María. Nerviosa hizo amago de saludarlo, pero luego calló.

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