Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–Mi amor, eres encantadora –susurraba–. No sabes lo feliz que me haces.

Lorena, sin dejar de besarlo, alzó los bellos ojos y acompañó con ellos las palabras.

–Y yo quiero, deseo y amo hacerte feliz, esposo mío.

Para él, en estas mismas circunstancias, era absolutamente distinto a lo que le ocurría con otras mujeres. No quería hacerle daño y casi no era capaz de reventarse buscando la saciedad más allá del límite, lo que no significaba que ese cuerpo no lo excitara y que, como otras veces había sucedido, al final la tratara sexualmente igual que a todas, dejándola integralmente satisfecha. Fue así como, pensando en ello, la tomó bruscamente de la nuca y la atrajo más hacia sí, mientras sus dedos, por sobre la espalda, hurgueteaban bajo el minúsculo calzón.

Era tal la pasión del juego que de un brinco se subió a la cama, mientras Lorena, a gatas, se daba vuelta y acomodaba la cabeza sobre la almohada. Ramiro recorrió con la vista el perfumado y curvilíneo cuerpo y le hizo a un lado el bikini. La penetró poco a poco, hasta que estuvo completamente en su interior. Ella comenzó a moverse con un vaivén lento, que luego se convirtió en un ir y venir desenfrenado, golpeando con fuerza las nalgas contra el estómago de su amante. Ambos se necesitaban, eran felices sexualmente y todo aquello que compartían les servía de relax para alejar cualquier cansancio. Mientras él gemía guturalmente mirando al techo, ella se retorcía de gozo. Finalmente, no aguantaron más todo el torbellino de deseos y se entregaron en un orgasmo espectacular.

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