Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–Y eso... –alargó Lorena–, ¿cómo fue? Me confundes.

–Ana María –respondió sin más.

–¡Ah! –espetó con un poco de desilusión–. Espero que siempre sea así. Toda escoba nueva barre...

–¡Es que no se trata de eso! –la interrumpió un tanto altivo.

–Y... ¿qué es entonces?

Los ojos de Lorena se abrieron. En la sala no se escuchaba ni un respiro. Ramiro ladeó la cabeza, esperando que se le iluminara la mente.

–Solo... que me habría encantado que esta vez hubieras dicho no y te quedaras conmigo.

–¡Ah! Eso.

–¡Sí! Eso. Pero no me está permitido poner objeciones –dijo él, en tono sarcástico.

Ella se levantó y como si ya todo estuviese consumado, le dirigió una mirada que no era la misma de siempre. En esta, había entremezclado amor, rabia y desdén.

–¿Te acuerdas, amor, cuántas veces te esperé, así como quieres que te esperen hoy? ¿Te olvidas de las veces que me quedé dormida, esperándote para conversar de las cosas del día? Pero... –dijo, recuperándose de algunos sollozos–, ¡gracias! Porque ello me ha permitido entender que somos seres independientes y que ninguno es dueño del otro, sino simples pasajeros que viajan en el mismo tren hacia un destino que no necesariamente debe ser el mismo.

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