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Recuerdo también que en Valparaíso, República de Chile, unos amigos nos dieron el saludo de despedida desde el muelle. No recuerdo cuántos días dormimos en el camarote, con su ventanilla redonda que daba casi al nivel del mar, pero al fin llegamos al puerto del Callao, y de allí, nos dirigimos a Lima, la capital peruana.

Vivíamos en el barrio de Miraflores, cerca de la Huaca Grande y la Huaca Chica, unas montañitas junto a las cuales pasábamos cuando volvíamos del centro de Lima. Otro recuerdo vívido que tengo es el de la playa La Herradura, donde por primera vez me metí en las aguas marinas, esta vez del océano Pacífico.

El cielo de Lima se presentaba casi siempre nublado, así que de vez en cuando íbamos a pasar unos días en Chosica, donde había lindo sol y montañas.

Un día, mientras mamá me tenía en su falda me contó la historia de Jonás: “Cuando Jonás cayó al agua, un gran pez abrió su inmensa boca… y se lo tragó”. Mamá abrió exageradamente su boca para que yo entendiera bien la historia, pero me asusté, y comencé a llorar. Entonces, mamá me dijo: “Tontito, ¿cómo puedes pensar que mamita te va a comer?” Lo cierto es que desde muy niño, mis padres me contaron las interesantes historias de la Biblia, y me enseñaron sus preciosas verdades.

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