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De regreso a la Argentina

Yo tendría ya seis años cuando lo llamaron a papá para trabajar nuevamente en Argentina, como director de colportaje de la Asociación Argentina Central, en ese entonces con sede en Paraná.

Papá tenía que viajar mucho por su trabajo, así que fuimos a vivir a Puiggari, en la casa de mi abuelita Ida, de modo que al año siguiente yo pude asistir a la escuela primaria Domingo Faustino Sarmiento, que aún pertenece al Centro Educativo de la actual Universidad Adventista del Plata.

Recuerdo con mucho cariño a mi maestra de primer grado. Me parecía muy linda, se llamaba Catalina Fischer. Antes de comenzar las clases nos preguntaba: “¿Qué himno quieren cantar?” Muchas veces contestábamos a coro: “El 200, señorita” (en el Himnario adventista de entonces figuraba con ese número y se titulaba “En la cruz”). Entonces cantábamos con todas nuestras fuerzas:

“Perdido, errante, fui a Jesús, él vio mi condición.

En mi alma derramó su luz, su amor me dio perdón.

Fue primero en la cruz donde yo vi la luz,

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