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Cuando hacía mucho calor, Violeta y yo le rogábamos a papá que nos llevara a bañarnos al arroyo El Rey, que cruza entre Reconquista y Avellaneda. Varias veces fuimos y chapoteábamos en el agua; pero otras veces el calor se combinaba con grandes nubes y teníamos que volvernos antes de llegar porque la lluvia se nos venía encima.

Tenía un amigo que vivía del otro lado de la calle: Joanín Vicentín. Nos trepábamos a los árboles y hacíamos barriletes que remontaban muy bien. Después nos especializamos en hacer barcos de lata con una cuerda de goma que hacía girar la hélice y ¡también tenía timón! Nuestros barcos navegaban en un gran piletón que había en la casa de Joanín, y a veces “daban la vuelta al mundo” en la laguna de un conocido de la familia que vivía en el campo. Todavía somos amigos con Joanín. Cuando estuve en Reconquista para el Plan de cinco días para dejar de fumar nos encontramos, paseamos juntos y recordamos las alegrías de nuestra niñez.

CAPÍTULO 4

Hora de decisiones

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar…” (Sal. 32:8).

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