Читать книгу Salvados para servir онлайн
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–Espere allí –me dijeron.
Dos minutos después me entregaron la libreta de enrolamiento, donde escribieron: “Inepto para el servicio militar”. ¡Salvado para servir! Agradeciendo a Dios, fui a despedirme de mis padres, y viajé a La Plata.
Papá se había jubilado, ¿cómo podría yo seguir estudiando? En la iglesia de La Plata conocí al Dr. Ubricio Palau. Era el director de Asistencia Pública de La Plata. Hacía poco que se había incorporado a la iglesia. Un día, caminando por la calle, pasé frente al edificio de Asistencia Pública, y por un portón que estaba abierto, vi a unos hombres con botas de goma que lavaban las ambulancias con mangueras y fuertes chorros de agua. Y se me ocurrió una idea: “Necesito conseguir un trabajo para seguir estudiando, ¿y si le pido al Dr. Palau el trabajo de limpiar ambulancias?”
Así que un sábado, al salir de la iglesia, me acerqué al doctor, y le dije:
–Doctor, para continuar mis estudios de Medicina el año próximo, necesito conseguir un trabajo. ¿Podría darme el trabajo de limpiar ambulancias? Me miró bondadosamente y me contestó: