Читать книгу Salvados para servir онлайн

56 страница из 80

–Bueno, vamos a ver qué se puede hacer.

Varias semanas después, al salir de las reuniones en la iglesia, me llamó y me dijo:

–Tengo buenas noticias para ti.

–¿Voy a limpiar ambulancias? –le pregunté.

–No –me contestó.

Y enseguida agregó:

–Vas a trabajar en la Administración. Y ¿sabes cuánto ganarás?

Y sin darme tiempo para pensar, me dijo:

–Doscientos pesos por mes.

¡Casi no lo podía creer; podría seguir estudiando! El gerente de Asistencia Pública era el Sr. Lerange. Yo trabajaba en su oficina. Tenía que pasar a un libro las facturas de todos los gastos y sumar al fin del mes para informar el total, bien documentado. Había una señora que trabajaba como secretaria en la misma oficina.

Una mañana sonó el teléfono cerca de mi escritorio y lo levanté para atender. Alguien quería hablar con el Sr. Lerange. Extendiendo el teléfono hacia donde estaba el gerente, le dije:

–Sr. Lerange, es para usted.

–Dígale que no estoy.

Quedé con el teléfono en la mano, levantado en el aire, sin saber qué hacer.

Правообладателям