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Pensé que antes de hablar con el Pr. Bonjour, tenía que escribirle a Jenny. Así que en una hoja de papel cuadriculado, le mandé un plano de la cocina, mostrando cómo entraba la cama y se podía llegar a la piletita pasando al ras de la estufita. Y le dije que si ella aprobaba el proyecto, entonces yo hablaría con el pastor para obtener el permiso para sacar mi mesita al salón de los jóvenes, y así podríamos casarnos en enero del año siguiente.

Jenny recibió mi carta y se la mostró a su mamá, doña Eloísa, que ya me quería mucho. Ella le dijo:

–Y, ¿qué piensas hacer?

Mucho después, Jenny me contó cuál había sido su respuesta:

–Yo me quedo con el candidato; los muebles vendrán después.

Así que me contestó la carta. ¡Sí, estaba dispuesta a casarse conmigo y a vivir en esa cocinita!

En cuanto tuve su respuesta, hablé con el Pr. Bonjour, quien me dijo:

–Bueno… Vamos a ver qué decide la Junta de Iglesia.

Días después se reunió la Junta. Me pareció que tardaban mucho en tomar decisiones, pero al fin vino el pastor para hacerme conocer el acuerdo. Yo estaba en mi pieza en la cocinita, y el pastor me dijo:

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