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¿Qué te gustaría que se dijera de ti?
1 Que eres una persona muy amada por Dios.
2 Que eres una persona “conforme al corazón de Dios”.
3 Que eres amigo de Dios.
Que era “muy amado” se dice del profeta Daniel (Dan. 9:23). Del Rey David se dice que era “varón conforme al corazón de Dios” (Hech. 13:22). Y que era “amigo de Dios”, se dice de Abraham (Sant. 2:23). De nuevo, ¿qué te gustaría que se dijera de ti?
Al igual que Abraham, y sin pensarlo dos veces, quiero ser llamado “amigo de Dios”. Mejor aún, quiero que el Señor diga de mí lo que en una ocasión dijo de Abraham: “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham, mi amigo” (Isa. 41:8).
Dice: “Mi amigo”. ¿Puede haber mayor honor que este? ¡Que el Soberano de todo el universo diga de ti, de mí: “¡Es mi amigo, mi amiga!”
Lo cierto es que ese honor ya es nuestro. Oigamos al Señor decirlo: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos” (Juan 15:15, NVI). Lo que el Señor está diciendo aquí es algo así: