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¿Qué quiso decir? ¿No llevaban ya un pesado yugo? Leamos primero algo sobre cómo se preparaba el yugo para los animales de carga en la antigua Palestina. Según William Barclay, el yugo de los bueyes era “hecho a la medida”. Primero, al buey se le “tomaban las medidas”; seguidamente, el yugo era elaborado y, finalmente, probado sobre el buey. De esa manera, el dueño se aseguraba de no perjudicar el cuello del animal (The Gospel of Matthew, t. 2, p. 17).

El punto importante aquí es que el yugo no libraba al buey del trabajo duro, pero lo facilitaba, porque estaba hecho a su medida. (De hecho, resulta interesante saber que la palabra griega traducida como “fácil” es chrestos, que significa “cómodo”, “a la medida”).

De acuerdo con esta información, podemos inferir que la promesa del Señor a sus seguidores no es una vida libre de pruebas; es, más bien, que en medio de las pruebas siempre tendremos su ayuda. Es la ayuda que él mismo nos brinda porque, en última instancia, es él quien lleva la mayor parte de la carga.

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