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4 de marzo

“Dios es amor”

“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).

Si has leído Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, recordarás la peste de insomnio que azotó a Macondo, el pueblo donde se desarrollan las escenas de la obra.

Aunque la peste fue inicialmente bienvenida, bajo la creencia de que tendrían más tiempo para disfrutar de la vida, los estragos de la enfermedad se hicieron evidentes cuando los pueblerinos se percataron de que estaban sufriendo de un mal aún mayor: el olvido. Preocupados ante la posibilidad de olvidar incluso los nombres de los artefactos cotidianos básicos, los pueblerinos recurrieron al método de marcarlos por nombre: mesa, silla, puerta, pared, cama... De esta forma, el problema estaría solucionado. Sin embargo, luego cayeron en cuenta de que podría llegar el día en que, aunque recordaran los nombres de las cosas, no recordaran para qué servían. Entonces decidieron ser más específicos. El letrero de la vaca, por ejemplo, decía: “Esta es una vaca. Hay que ordeñarla cada día para que produzca leche...”.

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