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Gracias, Padre celestial, porque en toda la creación podemos leer de tu gran amor por cada uno de nosotros, y porque en tu Palabra nos recuerdas que somos tus hijos amados.

5 de marzo

Cuando Dios llora

“Entonces Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, se conmovió profundamente y, con su espíritu turbado, dijo: ‘¿Dónde lo pusieron?’ Le dijeron: ‘Señor, ven a verlo’. Y Jesús lloró” (Juan 11:33-35, RVC).

¿Por qué lloró Jesús ante el sepulcro de Lázaro? Algunos de los presentes en la escena dijeron que lloraba por lo mucho que lo amaba; pero sabemos que el Señor no lloraba por Lázaro, ya que sabía que lo iba a resucitar. Entonces ¿por qué lloró el Señor?

Jesús lloró porque “su corazón tierno y compasivo se conmueve siempre de simpatía por los dolientes”; porque, “aunque era Hijo de Dios, había tomado sobre sí la naturaleza humana y lo conmovía el pesar humano” (El Deseado de todas las gentes, p. 490).

Aquí estamos hablando de un Dios que “llora con los que lloran y se regocija con los que se regocijan”. Es decir, un Dios muy cercano a tu corazón y el mío.

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