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–¿Por qué no me dejas morir, tonta? ¡Esta es mi vida!

La luz al final del túnel brilló un día mientras Sudha leía en voz alta el Salmo 91. Para su sorpresa, Tina le pidió que lo leyera de nuevo. En poco tiempo, el Salmo 91 se convirtió en el caballo de batalla de Tina, al cual acudía cada vez que se sentía desfallecer en la lucha contra sus adicciones.

“Después de un año de intensa lucha”, escribió Sudha, “Tina logró la victoria sobre las drogas. En los dos años siguientes, ya hablaba de lo mucho que Jesús significaba en su vida”. Un año más tarde, había conseguido un trabajo estable.

¿Exagero si digo que nuestro Dios se especializa en casos imposibles; y que su Palabra es poderosa para traer esperanza a los corazones que están a punto de desfallecer?

Hoy te alabo, Señor, porque eres un Dios poderoso; porque te interesas personalmente en el bienestar del más pequeñito de tus hijos; y especialmente, porque también cuidas de mí.

13 de enero

¿Qué podría dar yo hoy?

“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6).

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