Читать книгу Inés онлайн
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Yo creo que sí, pues siendo tú también mujer de letras, inteligente, llena de conocimientos, altiva, seguro que sí lo hiciste.
Mis labios rojos y pequeños se encuentran cerrados, apenas dibujando una mueca, una sonrisa que hace juego con mis ojos, una sonrisa de complicidad, de burla, cínica, pues así sentada como aquí me ves, enclaustrada, logré contaminar con mis letras e ingenio mentes hasta el otro lado del océano. Esto fue posible algunas veces gracias a ti, a tu gran labor, y otras gracias a la traición y envidia de mis enemigos, como la famosa carta a la que han nombrado Atenagórica; fue tanto mi derroche de erudición en este documento, que es considerada digna de la sabiduría de Minerva.
Sor Filotea de la Cruz, otro falso, enfermo y reprimido personaje que, a la menor provocación, con un mínimo pretexto adoptó el sexo femenino mudando su nombre por uno de mujer. Aquel que publicó mi carta: don Manuel Fernández de Santa Cruz. De la puñalada que este sujeto me clavó por la espalda no me pudo librar ni el inmenso escapulario de mi hábito. La publicación de esta carta ahora es mi honra, pero fue mi perdición.