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Tras breve lucha, Carlos Hayter pareció abandonar el campo. Pasó tres días sin dejarse ver por Uppercross, lo que significaba un verdadero cambio. Hasta rehusó una formal invitación a cenar. Mr. Musgrove, en una ocasión, lo encontró muy ocupado con unos voluminosos libros, y consiguió que el señor y la señora Musgrove comentaran que algo le ocurría, y que si estudiaba de tal manera acabaría por morir. María creyó, aliviada, que había sido rechazado por Enriqueta, mientras su marido vivía pendiente de verlo aparecer al día siguiente. A Ana, por su parte, le parecía bastante sensata la actitud de Carlos Hayter.

Una mañana, mientras Carlos Musgrove y el capitán Wentworth andaban juntos de cacería, y mientras las mujeres de la quinta estaban sentadas trabajando sosegadamente, recibieron la visita de las hermanas de la Casa Grande.

Era una hermosa mañana de noviembre, y las señoritas Musgrove venían andando en medio de los terrenos sin otro propósito, según afirmaron, que dar un “largo' paseo. Suponían que, poniéndolo así, María no tendría deseos de acompañarlas. Pero ésta, ofendida de que no se la supusiera buena para las caminatas, respondió al instante:

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