Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

355 страница из 1361

Yo admiraba las formas perfectas de mis granjeros… su elegancia, su belleza, y la tersura de su piel: ¡y cómo me horroricé cuando me vi reflejado en el agua del estanque! Al principio me retiré asustado, incapaz de creer que en realidad era yo el que se reflejaba en la superficie espejada; y cuando me convencí plenamente de que realmente era el monstruo que soy, me embargaron las sensaciones más amargas de tristeza y vergüenza. ¡Oh… aún no conocía bien las fatales consecuencias de esta miserable deformidad…!

Cuando el sol comenzó a calentar un poco más, y la luz del día duraba más, la nieve desapareció, y entonces vi los árboles desnudos y la tierra negra. Desde entonces Felix estuvo más ocupado; y las conmovedoras señales del hambre amenazante desaparecieron. Sus alimentos, como supe más adelante, eran muy burdos, pero bastante saludables; y contaban con cantidad suficiente. Varias clases nuevas de plantas brotaron en el huerto, y ellos las preparaban y condimentaban para comerlas; y aquellas señales de bienestar aumentaron día a día, a medida que avanzaba la estación.

Правообладателям