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—Tráeme pruebas de que ha muerto la Bruja Maligna y en seguida te daré valor. Pero mientras viva la Bruja seguirás siendo un cobarde.

El León se enfureció al oír esto, mas no pudo responder nada, y mientras se quedaba mirando en silencio a la bola de fuego, ésta se hizo tan caliente que la fiera debió volver grupas y salir corriendo de la estancia. Al salir se alegró de ver que sus amigos lo esperaban, y les relató su entrevista con el Mago.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Dorothy en tono pesaroso.

—Una sola cosa podemos hacer —replicó el León—, y es ir a la tierra de los Winkies, buscar a la Bruja Maligna y destruirla.

—¿Y si no podemos hacerlo? —dijo la niña.

—Entonces jamás tendré valor —dijo el León.

—Ni yo un cerebro —expresó el Espantapájaros.

—Ni yo un corazón —intervino el Leñador.

—Y yo jamás volveré a ver a mis tíos —dijo Dorothy, rompiendo a llorar.

—¡Ten cuidado! —le advirtió la doncella verde—. Las lágrimas mancharán tu vestido de seda.

Dorothy se enjugó las lágrimas.

—Supongo que debemos intentarlo —manifestó luego—. Pero la verdad es que no deseo matar a nadie, ni siquiera para volver a ver a mi tía Em.

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