Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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—Porque eres sabia y poderosa, y nadie más podría ayudarme.

—Nunca concedo favores sin que me den algo a cambio —manifestó Oz—. Pero puedo prometerte esto: si matas a la Maligna Bruja de Occidente, te daré un gran cerebro, y tan bueno que serás el hombre más sabio de todo el País de Oz.

—Creí que habías pedido a Dorothy que matara a la Bruja —dijo con gran sorpresa el Espantapájaros.

—Así es. No me importa quién la mate; lo que importa es que no te concederé tu deseo hasta que ella haya desaparecido. Vete ahora y no vuelvas a buscarme hasta que te hayas ganado ese cerebro que tanto ansías.

Muy desalentado, el Espantapájaros regresó al lado de sus amigos y les repitió lo que había dicho Oz. Dorothy sintióse muy sorprendida al saber que el Gran Mago no era una cabeza, como la había visto ella, sino una dama encantadora.

—Aunque lo sea —dijo el Espantapájaros—, tiene tan poco corazón como el Leñador.

La mañana siguiente, el soldado de la barba verdosa fue a buscar al Leñador y le anunció:

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