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—Jamás maté nada a sabiendas —sollozó ella—. Aunque quisiera hacerlo, ¿cómo podría matar a la Bruja Maligna? Si tú, que eres el Grande y Terrible, no puedes matarla, ¿cómo esperas que lo haga yo?

—No lo sé —contestó la gran cabeza—. Sin embargo, esa es mi respuesta, y hasta que no haya muerto la Bruja Maligna, no volverás a ver a tus tíos. Recuerda que la Bruja es malvada, y mucho, y debería ser eliminada. Ahora vete y no pidas verme de nuevo hasta que hayas cumplido tu tarea.

Muy acongojada, Dorothy salió del Salón del Trono y regresó adonde sus amigos la esperaban para saber lo que le había dicho Oz.

—No hay esperanza para mí —suspiró—, pues Oz no me mandará a casa hasta que haya matado a la Maligna Bruja de Occidente... y eso jamás podría hacerlo.

Sus amigos se mostraron muy contritos, mas nada podían hacer por ella, de modo que Dorothy se fue a su cuarto y, tendiéndose en la cama, lloró hasta quedarse dormida.

La mañana siguiente, el soldado de la barba verde fue a buscar al Espantapájaros y le dijo:

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