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—Buena pelea, amigo.

Esperaron hasta que Dorothy despertó a la mañana siguiente. La niña se asustó mucho al ver el montón de peludos lobos, pero el Leñador le contó lo ocurrido y ella le dio las gracias por haberlos salvado. Luego la niña se sentó a desayunarse y después reanudaron su peregrinación.

Esa misma mañana salió la Bruja Maligna a la puerta de su castillo y miró con ese terrible ojo que tan lejos veía. Descubrió entonces a sus lobos muertos y a los forasteros que continuaban viajando por su país, lo cual la enfadó mucho más que antes. En seguida dio dos pitadas con su silbato de plata.

Al conjuro del sonido llegó volando una bandada de cuervos tan numerosa que oscurecieron el cielo. La Bruja Maligna dijo al rey de aquellas aves:

—Vuelen en seguida hacia los forasteros, arránquenles los ojos y destrócenlos.

Los cuervos volaron velozmente hacia donde se hallaban Dorothy y sus amigos. Al verlos llegar, la niña sintió muchísimo miedo.

—Esto me toca a mí —dijo el Espantapájaros—. Acuéstense a mi lado y no sufrirán daño alguno.

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