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Casualmente llegó a sus oídos que un editor precisaba un libro para muchachas. Jo no lo pensó más. Febrilmente se puso a escribir una novelita en la que recogió varias escenas vividas por ella misma y por sus hermanas. Sin gran esperanza pero anhelando probar fortuna envió la novela al editor.

Era cosa sabida que a Jo las cosas le salieran al revés. Su primer libro, que le costó años completar y en el que había depositado sus más fervientes ilusiones, no alcanzó ni mucho menos el éxito esperado. A lo sumo, produjo a su autora unos centenares de dólares y ningún éxito literario. Sin embargo, la novelita que escribió en momentos de apuro, sin otra ambición que ganar con ella algún dinero que entonces le era muy necesario, dio a Jo fama y dinero.

Ella fue la más sorprendida. Pero no dudó. Siguió escribiendo con éxito cada vez mayor. La fama no la envanecía. Ni siquiera quería aceptarla. Pero el dinero no podía rechazarlo y mucho menos en aquellos momentos. Gracias al mismo, la familia Bhaer superó su bache económico y pudo afrontar el porvenir con mayor tranquilidad.

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