Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
729 страница из 1361
―Hay que tomar una decisión y la tomo. No voy a contestar ninguna de estas cartas. ¿Ves ésta? Juraría que ya he mandado seis autógrafos a su autor. Seguramente los quiere para venderlos. ¿Y esta otra? Me escribe una colegiala. Si la contesto, escribirán todas sus condiscípulas. Nada; lo dicho: todas las cartas al cesto. No faltaría más.
La acción siguió a la palabra y al cesto fueron todas. Teddy se ofreció:
―Mientras tú desayunas, yo puedo leer algunas.
Tomó una de ellas y la leyó con curiosidad, porque el sello correspondía a una nación sudamericana.
―Oye ésa, mamá: «Señora: Ya que el cielo premió sus esfuerzos con la fortuna, me atrevo a dirigirme a usted confiando querrá proporcionarnos fondos para adquirir un nuevo servicio para el altar de nuestra capilla. Cualquiera que sea la religión de usted, estoy seguro responderá generosamente a la petición que le formulamos. Respetuosamente le saluda, X. Y. Zavier».
―Contéstale con una amable negativa. Dile que todo cuanto puedo dar lo destino a alimentar y vestir a los pobres que tengo a la puerta de mi casa. Ésa es mi acción de gracias por mis éxitos.