Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

740 страница из 1361

Parecía imposible que las adversidades de aquel día fuesen superadas. En realidad, la calma duró unas horas, que Jo procuró aprovechar trabajando con intensidad. Su labor pronto hubo de interrumpirse, porque Rob llegó, jadeando por la carretera, con una mala noticia.

―¡Mamá, mamá! Prepárate en seguida. Van a venir los colegiales del Young Men’s Christian Union. Me vienen pisando los talones. ¡Y son bastantes! Papá pensó que seguramente querrías recibirlos. Dice que siempre atiendes mejor a los chicos que a las chicas.

―Naturalmente que sí. Los muchachos siempre son comedidos. No hacen ni dicen tantas estupideces. Las chicas, en su afán de demostrar sus sentimientos, se muestran empalagosas y sin pizca de sinceridad. ¡En fin, nos prepararemos! Aunque tengo la esperanza de que se desanimen, porque esos nubarrones presagian un chaparrón.

Jo intentó proseguir la tarea. Se había fijado la obligación de escribir treinta cuartillas diarias y estaba muy retrasada. Sonrió cuando oyó el primer trueno y vio caer el agua en fuerte chubasco. Pero cuando ya se creía segura, y se deleitaba mirando la lluvia salvadora, quedó paralizada por la sorpresa viendo una procesión de paraguas avanzando inexorablemente hacia su casa.

Правообладателям