Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

754 страница из 1361

―Me parece muy bien ―aceptó Dan―. Me llegaré a Kansas para estudiar las posibilidades sobre el terreno.

―Muy bien. Pero tu dinero se quedará aquí, Dan ―sonrió el señor Laurie, pero firmemente decidido―. Te conozco muy bien y sé que eres tan generoso que lo darías al primer desconocido que lo necesitase. Yo seré tu administrador.

―Me saca un peso de encima. Cuando tengo dinero parece que me quema. Ardo en deseos de gastarlo.

Sacó un cinturón forrado en cuyo interior había colocado una considerable suma de dinero.

―Tome usted. Si me ocurriera algo, disponga de esto en la forma que crea más conveniente. Tal vez sirva para ayudar a algún bribonzuelo, como sirvió el de usted para ayudarme a mí.

Precedido de la inevitable canción, que anunciaba su presencia, llegó Emil. Tras él, Nath. Ambos saludaron efusivamente a Dan y se renovaron las explicaciones.

Para hablar más libremente los muchachos y muchachas salieron a la plaza. El señor March y el profesor se retiraron al despacho, Meg y Amy fueron a preparar una serie de golosinas. Quedaron en el salón Jo y Laurie, oyendo a través del ventanal la conversación de los jóvenes en la plaza.

Правообладателям