Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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―¿Aquí? No, Laurie. De momento le conviene el trabajo y el aire libre. Con el tiempo irá bajando sus ímpetus. Nos quiere mucho y haría cualquier cosa por nosotros. Pero no debemos retenerle. Que corra, que vaya por doquier. Y que siempre sepa dónde encontrarnos cuando necesite ayuda.

Jo conocía bien a Dan. Le veía como un potro no domado, al que debe dejarse saltar y brincar hasta el fin de sus fuerzas. Luego suele ocurrir que el más rebelde potro es el más dócil una vez domado. Sin embargo, la vida debía tratarle muy duramente antes de que esto ocurriese.

Hasta Laurie y Jo llegaron las exclamaciones que provocaron los regalos de Dan. Poco después de las exclamaciones llegó Jossie. Venía radiante de alegría.

―Me ha traído un traje de india. Es auténtico. Ahora ya puedo representar el papel de Namioka en Metamora. ¡Qué alegría!

―Y para Bess, ¿qué es lo que ha traído? ―preguntó Jo, interesada.

―Nada menos que una cabeza de búfalo disecada.

―¿Una cabeza de búfalo? ¡No es posible! Aunque Dan es capaz de todo… ―exclamó el señor Laurie, divertido.

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