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A pesar de las ocupaciones que a nadie faltaban, en las tardes de los sábados se reunían las tres hermanas con varias de las muchachas, y cosían y remendaban juntas, enseñando unas, aprendiendo las otras, y haciendo prácticas muy útiles las más. Resultaban reuniones muy agradables, porque la clase de trabajo que hacían les permitía hablar entre ellas, discutiendo puntos de interés común y sacando, por tanto, una doble enseñanza.

En ocasiones, Bess leía en alta voz escogidos libros o recitaba Jossie si se trataba de obras teatrales o simplemente poéticas.

También tenían entrada en la reunión libros de economía doméstica, cocina, primeros auxilios y puericultura.

Un día surgió una controversia acerca de las carreras femeninas. Jo fue preguntando a cada una de las muchachas qué es lo que iban a hacer.

―Seré maestra.

―Yo, médico.

―Ayudaré a mi madre.

Así otras muchas contestaciones, distintas entre sí. Pero todas con algo común; luego añadían: «Hasta que me case.»

―Muy bien. Pero ¿y si no os casáis?

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