Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

889 страница из 1361

Con la misma rapidez corrió la voz:

―Han llegado Franz y Emil…

Era una maravillosa noticia para la familia Bhaer. Entre los recién llegados y Jo, el profesor y Teddy se abrió un pasillo de personas sonrientes, felices y curiosas, que contemplaron con emoción el abrazo colectivo.

―¡Os presento a mi esposa! ―exclamó Franz en, cuanto pudo hablar.

Era en verdad una bonita mujercita su esposa. Rubia, distinguida y con una sonrisa maravillosa que les entusiasmó. Todos le felicitaron, y puede decirse que desde aquel momento ya la consideraron una más, como si siempre la hubieran conocido.

―¡Escuchadme a mí también! ―gritó Emil con potente voz―. ¿No os habéis fijado en nada? También yo traigo a mi esposa.

No era una de las clásicas bromas de Emil. Era realidad. Junto con él, María, la bella y valerosa hija del capitán Hardy, la compañera de viaje primero, de aventuras después, se había convertido en compañera suya para todo lo que la vida les pudiera deparar.

―Emil, Emil, ¿por qué no nos has advertido? ―le recriminó Jo con dulzura―. Os habríamos preparado una recepción adecuada a vuestros méritos.

Правообладателям