Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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En cambio, ahora había acudido a recibirlos envuelta en una bata hogareña y con los bigudíes puestos, porque su llegada coincidió con el momento en que se estaba arreglando para la fiesta nocturna.

―Quise hacer como tío Laurie. Aproveché que estaba libre de servicio y tenía la marea a favor, y, ¡zas!, me casé. No fuera que malos vientos se me la llevaran hacia otra dirección.

María se acercó más aún a Emil. En su cariñosa mirada se veía bien claro que estos malos vientos no podían existir. Estaban muy unidos.

Hubo un momento en que todos hablaban en tropel. El profesor, Franz y Ludmilla, en idioma alemán; Emil, con las tías. Luego se fue serenando la reunión, agrupándose todos alrededor de Emil, el héroe de la fiesta.

Todos deseaban oír, de sus propios labios, la aventura del «Brenda».

Emil los tuvo prendidos de su relato, gráfico y expresivo. Los oyentes se emocionaron al compás de la narración, aunque el marino procurase pasar por alto algunos detalles que a él hacían referencia. Sin embargo, su esposa, la dulce María, completaba estos detalles con encendidas palabras en favor de la resistencia, valor, decisión y abnegación de Emil.

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