Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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―Tus acciones te han distinguido, hijo. Procura que siempre sea así. En unas ocasiones obtendrás premio, como ahora al conseguir el amor de María; en otras, no habrá otro pago que el saber que has cumplido como debías. Pero eso sólo ya es un pago. Y muy importante por cierto.
Emil miró con satisfacción alrededor suyo, y se recreó en todos los pequeños detalles de la habitación.
―Es curiosa la forma como uno recuerda pequeños detalles, a los que nunca prestó atención, en cuanto se ve en peligro. Cuando estábamos sin agua, a merced de las olas y medio desfallecidos, recordaba como si lo estuviera viendo cada detalle de esta casa. Incluso los olores. El del café recién hecho, al despertar. El de los pastelillos de jengibre, que tanto me han gustado siempre. Y estos recuerdos fueron un auténtico tormento. Moral, porque temía perderlos para siempre con todo lo que suponía, y físico, porque aquellos olores eran terribles cuando se necesita comer y beber. Por cierto, ¿tenéis ahora algún pastelillo de jengibre?