Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

911 страница из 1361

―No, ni uno ni otro. A los demás no puedo retenerlos, pero a los míos sí. En cuanto os separaseis de mí, desastre seguro. Llevamos un año muy movido: bodas, naufragios, inundaciones, compromisos matrimoniales…

Laurie rio.

―Es la ley de la vida, mi querida amiga. Todo se mueve, todo evoluciona. Hoy retienes a tus hijos, más adelante no podrás hacerlo. Y cuando sean ellos los que echen a volar, nos tendremos que consolar mutuamente, ¿no es cierto?

―Ahora quien me inquieta es Dan.

―Pronto tendremos noticias por John. En cuanto las tengamos, saldré inmediatamente.

Las noticias llegaron y confirmaron lo que decían los periódicos.

Laurie marchó sin perder un minuto. Teddy le acompañó hasta la ciudad y estuvo ausente todo el día. Pero Jo no se inquietó.

―Está enfadado porque no le he dejado ir. Esta noche volverá con John y Tom, más manso que un cordero. Le conozco bien.

Pero en eso se equivocaba Jo. Porque al llegar la noche, ni había aparecido Ted, ni nadie sabía nada de él. Empezaba a cundir la alarma, cuando llegó un telegrama de Laurie, puesto en una estación de su itinerario. Decía:

Правообладателям