Читать книгу La dama del perrito y otros cuentos онлайн
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Seis meses después, sus colegas le diagnosticaron una tuberculosis incipiente y le recomendaron que se fuera a radicar a Crimea. Cuando se lo comentó a Olga Dmitrievna, ésta fingió que tal situación la atemorizaba. Acariciaba a su esposo y declaraba una y otra vez que Crimea era una región fría y aburrida; que era preferible ir a Niza, que ella lo acompañaría y, al mismo tiempo, lo cuidaría, lo mimaría y le daña tranquilidad...
En ese momento comprendió por qué su mujer quería dirigirse a Niza específicamente: Michel radicaba en Montecarlo.
Localizó un diccionario inglés-ruso y traduciendo unas palabras y deduciendo el significado de otras consiguió hilvanar lentamente la frase: "Brindo por mi amada y beso mil veces su pie diminuto. Aguardo su llegada con impaciencia." Percibió el espectáculo vergonzoso y grotesco que daría en caso de que aceptara ir con su mujer a Niza. Casi rompió a llorar de tan ultrajado que se sentía y, sumamente inquieto, empezó a pasear por toda la casa. Su orgullo lo impulsaba y sentía un desprecio absoluto por lo plebeyo. Con los puños apretados y el rostro contraído por la repugnancia se preguntaba por qué él, hijo de un sacerdote, educado en un seminario, que era serio y sincero, cirujano de profesión, se había dejado dominar ignominiosamente por esa criatura débil, insignificante, abusiva y perversa.