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Me pregunto cómo se sintió Finn cuando Owen vino a hablar conmigo. Parecían muy entretenidos en la cocina. En su momento me lo tomé como una victoria, pero ahora me parece una tontería. No pienso competir contra nadie. Holland puede hacer lo que quiera. Es su vida y, me guste o no, ya no formo parte de ella.

Tengo que sacármela de la cabeza cuanto antes. Me incorporo y cojo la guitarra. Estoy tocando la melodía desde el principio cuando llaman a la puerta.

—Seguro que no te sorprende, pero Mason no quería dejarme pasar.

Megan entra en la habitación y cierra la puerta sin dejar de mirarme. Llevamos sin hablar desde anoche y que haya venido por sorpresa me genera sentimientos contradictorios. A pesar de ello, me obligo a sonreír. Tiene la piel oscura, el rostro almendrado y el pelo le cae en ondas sobre los hombros.

Se acerca con una sonrisa y me quita el instrumento de las manos.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, mientras lo deja sobre la cama.

—Me apetecía verte.

Se sienta a horcajadas en mi regazo y me besa. Espero que el corazón se me acelere, como anoche, y me molesta que no reaccione. Su lengua se cuela en mi boca y me agarra las manos para que las coloque en sus caderas. Mientras tanto, las suyas exploran por debajo de mi camiseta.

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