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Lo que hago en su lugar es profundizar el beso y tirar de ella para tumbarnos sobre la cama. Se coloca sobre mí, con una rodilla a cada lado de mi cuerpo, y sonríe cuando se me escapa un suspiro. Intento dejar la mente en blanco, hasta que solo se escuchan nuestros besos y nuestras respiraciones agitadas.

Y, en mi mente, el murmullo de una canción.

No puedo hacerlo.

—¿Sabes dónde está Blake? —Le pongo las manos en los hombros para separarla de mí. Megan junta las cejas.

—Creo que estaba a punto de irse. ¿Por qué?

La aparto con cuidado para levantarme.

—Genial. Ahora vuelvo.

—¿Alex? —demanda, sentada en la cama.

—Solo será un momento.

La beso rápidamente en los labios y salgo del dormitorio. En cuanto cierro la puerta a mis espaldas, suelto un resuello de alivio. ¿Qué demonios me pasa?

En realidad, sí que necesito hablar con mi hermana. Cruzo el pasillo y la encuentro en la cocina. Se ha recogido el pelo y lleva el uniforme del trabajo. Echó el currículum en un teatro cercano hace unos meses y ahora trabaja allí a media jornada. Se dedica a vender entradas, ayudar a transportar el decorado y cerrar cuando todos se marchan.

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