Читать книгу Sombras en la diplomacia онлайн

85 страница из 117

—¡Huy, qué lío! O sea, que la madre cuca invade los nidos de otros pájaros, ¿no?

—Exactamente. Irrumpen en los nidos de los otros pájaros, al igual que los alemanes después de ubicar el parasitismo en países que invaden con posterioridad.

—¡Ahora lo entiendo! Y por eso en ocasiones a los alemanes los llamáis cucos.

—¡Muy bien!

La madre, Edit, aplaudió de una manera poco ruidosa y acercándose a su marido de un modo vehemente le dijo:

—Has estado genial. Pero el mayor mérito que has tenido en la explicación que le has dado al chico… ¿sabes cuál es?

—No sé por dónde vas…

—Te lo diré. Lo mejor de todo es que has estado hablando en ladino y tú ni siquiera te has enterado. Yo esperaba que fueras por el camino fácil y lo hicieras en húngaro. Considero que has sido muy valiente, por cómo lo has expuesto y también por cómo has revelado el significado final. Creo que te mereces un premio —dejó en el aire, sobándole la cadera de manera cariñosa.

—Pero está David…

—Y yo no estoy para muchas fiestas, ya lo sabes. He dicho premio, pero no he especificado cuándo.

Правообладателям