Читать книгу Amarillo онлайн

13 страница из 24

Una noche, de las más memorables, durante una guardia Jorge se despertó sobresaltado y vomitó en una bacha donde el personal se lavaba las manos al ingresar.

—¿Qué pasó, qué comiste? preguntó Jazmín mientras se acercaba con un rollo de papel y un pulverizador desinfectante en la mano.

¡Ay… Dios mío! ¡Pesadillé!

¿Qué soñaste?

Que tenía sexo… ¡con vos!

Ja ja ja, me muero. ¿Te violé en sueños?

¡Nooo! ¡Me gustaba y todo!

Ay, querido… ¡cómo me hacés reír!

Me vino la náusea cuando me di cuenta. Esta misma tarde lo voy a hablar con mi terapeuta, ¡qué horror!

Vení que te revierto, Giorgio.

¡Salí de acá, atrevida!

Era un poco atrevida y divertida, aunque solo en confianza. Pero Jazmín también soñaba. Tenía un sueño recurrente que Jorge conocía muy bien. Siempre que le sucedía, despertaba muy movilizada y, si estaban juntos, con solo decirle «soñé de nuevo» era suficiente para que él entendiera de qué se trataba. Pero a mí me mantuvo intrigado durante unos cuantos meses.

VI



Llegó abril, el mes azul. Me armé de coraje como si me calzara la armadura de cobre1 y por fin salí de la Santa Agnesa. Lloviznaba en Buenos Aires. Un vértigo extraño se apoderó de mí durante el primer trayecto. Luego se convirtió en sensación de persecución, pero al comprobar que nadie me veía me fui serenando. Me sentía Harry Potter usando el regalo de su papá: la capa que lo volvía invisible, solo que en mi caso la llevaba cosida y más que capa era una bolsa de dormir. Solo Dios sabía cuándo iba a poder sacármela. Tenía ganas de ir al teatro. Me intrigaba saber cómo seguía todo sin mí por el Odín. ¿Quién se estaría haciendo cargo? Seguro que el viejo, aunque no sé si podría. Ya estaba grande y golpeado por demás. Como estaba más cerca de Palermo que de San Nicolás, opté por ir para mi casa y curiosear en qué andaría Pilar. Empecé entonces por las calles de Jorge Luis, y envuelto en su atmósfera «emergí invariablemente de un sueño que ocurría en Buenos Aires».


Правообладателям