Читать книгу Amarillo онлайн

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—¡No coman pan! ¡No coman pan! Está envenenado con soda cáustica —parecía salido de otro tiempo, como los buzones colorados que aún conserva la ciudad. Nadie lo oía excepto yo, que no le di importancia.

Llegué al teatro y también a la conclusión que Pilar tal vez fuera bisexual y mi hermana una zorra, independientemente de su género o preferencia. Antes de entrar al Odín miré el Obelisco. Recordé que de pendejo fantaseaba con que era el lápiz de Dios y que con él escribía nuestras vidas. Susana le echaba leña al fuego de mis delirios infantiles diciendo que no solo las escribía sino que también las dibujaba.


Al rato aparecía con una caja de lápices de colores Staedtler y un bloc de hojas Canson blancas Nº 5, kit que guardaba en el cajón del tocador de su camarín para que su pequeño Dios creara. Y así, señoras y señores, comenzaba mi carrera como productor y creativo: jugando a ser Dios. Muchas de mis creaciones eran exhibidas en el bisel del espejo de ese mismo tocador, otras iban a parar debajo del vidrio de la mesa de luz del viejo. Ahora compruebo que hay cosas que no están buenas en este oficio de ser Dios, como por ejemplo verlo y saberlo todo. Con lo de decidir ya lidiaba hacía más de una década y podía afirmar que tenía buen olfato para optar con certeza. Ser y no ser, esa era la cuestión.


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