Читать книгу Segunda virginidad онлайн

22 страница из 28

Lo que diga la reina, le dice.

O:

Donde te quieras sentar te hago el trono, chula.

O:

Que diga ella primero, todos cállense, mientras le mueve al fuego para que esté choncho y le dice a Paula:

¿Me acompañas por hielos, principessa?

Y hace énfasis en el principessa, lo exagera, sacude los brazos, hace una reverencia ante Paula. Ella, contentota, adulada, dice que sí.

Armando lame entonces la oreja izquierda de Isabela como cono de nieve, Isabela derritiéndose con la mirada en el fuego, en los troncos craqueándose encendidos, la lengua de él en proceso de penetración auricular hasta que regresan los otros dos y entonces se separan, los ojos de Isabela todavía en la fogata que de oro efímero pasa a una orgía de brazos muertos.

¿Qué traes, Isa?, pregunta Paula.

Nada, contesta Isabela, tratando de aplastarse la pérdida de control contra la humedad en el cabello, por qué, por qué, por qué tiene tanto y sin forma, ni rizado, ni lacio, telarañas pegosteadas, sucias, cafés.

Pon música en tu celular, ¿no?, dice Isabela.

Правообладателям