Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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—Lo sé, cariño —Cristina se sentó en la mesa de la cocina y suspiró—. Tienes que entendernos: lo desconocido asusta. He visto vídeos en internet y…

—¿¡Vídeos en internet!? —clamó Emily, incrédula. Negó con la cabeza. Su madre parecía dispuesta a no callarse ahora que se había animado a exponer sus preocupaciones.

—¡Sí, Emy, y te aseguro que es un caos! ¡Los mercadillos de Londres son un juego de niños comparados con los zocos de Marruecos! Dicen que los comerciantes son demasiado insistentes, incluso acosadores a veces. Y lo que es peor, si entras a una tienda, ¡ciertos vendedores acostumbran a bajar las persianas metálicas! ¡Dios me libre si alguno hace eso y quiere propasarse contigo, hija!

—Me sorprende que pienses así. Dices que lo desconocido asusta, pero para ti esa cultura no debería ser desconocida, ¡tu sangre es mitad marroquí! ¿O es que renegarás de tu herencia como hace Justin?

—No reniego de nada, Emy, pero tampoco me identifico con ella, ¿qué quieres que te diga? Tus abuelos sufrieron mucho para poder estar juntos… —se llevó un puño a la boca para no ceder ante la angustia que le recorría el cuerpo cada vez que recordaba el pasado de sus padres. Bajando la voz, añadió—: El Islam no permite que una mujer musulmana se case con un hombre de otra religión, y ya sabes que tu abuelo Ricardo era católico…

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