Читать книгу Transpersonalismo y decolonialidad. Espiritualidad, chamanismo y modernidad онлайн

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El doctor en matemáticas Ralph Abraham –quien ha trabajado en la teoría de sistemas dinámicos en los años 60 y 70, y es asesor en teoría del caos y sus aplicaciones, así como en modos alternativos de expresar las matemáticas, de manera visual o auditiva– atribuye al uso de la dimetiltriptamina (DMT) el hecho de que su carrera “haya virado hacia la búsqueda de las conexiones entre las matemáticas y la experiencia del logos” (Sheldrake, McKenna y Abraham, 2005: 63).

Steve Jobs, cofundador de Apple y magnate del sector informático, afirmaba potenciar su creatividad e intuición con meditación y con largos paseos (a menudo lo hacía descalzo en el campus verde de su empresa) y también atribuyó el impulso y desarrollo de su inventiva al uso que de joven hizo del LSD. De hecho, algunos historiadores creen que toda la experimentación con LSD que efectuó el movimiento hippie en la década de 1960 en la zona sobre la que se asienta Silicon Valley ayudó, y mucho, a los adelantos tecnológicos de la posterior era informática y el “software libre”; otros creen que esta afirmación es una total exageración. Sin embargo, tal parece que hoy en día los jóvenes ejecutivos del sector se han creído en todo caso su propia leyenda, ya que mientras se estudian las microdosis de LSD, psilocibina y mescalina para tratar la depresión, en Silicon Valley se ha puesto de moda usarlas para el trabajo, ingiriendo las microdosis (que por supuesto no llegan a ser “visionarias”) cada dos o tres días, en aras de una mejor flexibilidad cognitiva. Lo único cierto es que los estudios científicos con “psicodélicos” podrían estar renaciendo luego de ser prohibidos por cincuenta años.

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