Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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La autonomía política del Partido terminó con Farinacci; antes de su destitución ya se habían extinguido la dialéctica y la vida interna. El Congreso Nacional del Partido, que tuvo lugar en Roma en junio de 1925, consistió en un breve y pasivo desfile de discursos, apariciones y deliberaciones tomadas unánimemente sin discusión. A partir de ese momento, el fascismo italiano ya no eligió los congresos como formas de exhibición de la propia fuerza y cohesión política, a diferencia de lo que hizo el Partido nacionalsocialista alemán cuando llegó al poder. Mussolini y los demás jerarcas prefirieron las asambleas y las manifestaciones multitudinarias en las plazas a los encuentros políticos entre los cuadros dirigentes del Partido para demostrar que progresivamente todo el pueblo italiano se había convertido en Partido. Al mismo tiempo, tenía lugar la concentración del poder decisional en Mussolini y en pocos elegidos que él sabía seleccionar, o alejar según los casos, suscitando entre ellos rivalidades, envidias y en última instancia una dependencia acrítica del jefe. El nuevo Estatuto del PNF, redactado en el verano de 1926 por Mussolini y Augusto Turati y aprobado por el Gran Consejo en octubre, abolió el sistema electivo de los cargos internos del Partido, introduciendo la norma del nombramiento desde la cúpula de todos los cargos nacionales y periféricos. El PNF, a partir de aquel momento, sería guiado sobre la base de las relaciones personales y jerárquicas mantenidas entre Mussolini y la Secretaría y el Gran Consejo y el Gobierno. Los dos secretarios que siguieron a Farinacci, Turati y Giuriati, llevaron a cabo una depuración interna en el Partido, expulsando tanto a los escuadristas rebeldes como a todos aquellos que eran sospechosos de oportunismo por haber «monetizado el carné», que se habían hecho después de 1922 para obtener privilegios y cargos. De esta manera fueron expulsados, a finales de 1927, algunos diputados, alrededor de 2.000 dirigentes y 30.000 afiliados; poco menos de 11.000 correrían la misma suerte hasta 1929. Giuriati expulsó a lo largo de 1931 a otros 120.000. Desde octubre de 1925 se habían cerrado las inscripciones en el PNF, decisión que el Gran Consejo reiteró en 1927, cuando la entrada de una nueva leva fue permitida solo a los avanguardisti (uno de los grupos de la juventud fascista) que habían cumplido dieciocho años de edad y, en general, a los jóvenes entre 18 y 21 años que cumplían los requisitos necesarios. El Partido, por tanto, siguió creciendo, aunque lentamente, con una nueva leva de jóvenes, pasando de 1.035.000 inscritos en 1927 a los poco más de 1.057.000 registrados el 28 de octubre de 1930.

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