Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Era el desagradable sabor con el que identificaba a las células malignas que habían osado proliferar en mi cuerpo. Se habían deslizado como un susurro a través de los vasos sanguíneos sin que fuera capaz de percibirlo. Una rebelión sutil dispuesta a destruirme si las molestias no hubieran delatado su avance, justo a tiempo para desterrarla de mi organismo. Disponía de un mes para expulsarlas y salir restablecida de la burbuja en la que me vi obligada a instalarme. No deseaba alargar mi estancia ni un día más en aquella habitación que poco se diferenciaba de una celda. Debía dirigir mis esfuerzos a depurar mi sangre y confiar en que el equipo médico me ayudaría a conseguirlo.

Como el objetivo estaba claro, decidí afrontarlo con una sonrisa y toda mi fuerza vital, no solo por mí, sino también por todas las personas que estaban dispuestas a acompañarme. Mostrarme optimista y alegre, a pesar del encierro, era el único regalo que les podía hacer en aquellas circunstancias. Sin embargo, cuando mi madre relevó a Mikel tras la primera noche en la cámara de aislamiento, quise exhibir un arrojo del que aún no disponía. Entró vestida con el uniforme verde que obligatoriamente debían llevar mis acompañantes, un atuendo que la cubría de pies a cabeza. Entre la mascarilla y el gorro de quirófano, logré distinguir sus ojos y, tratando de buscar sosiego en ellos, encontré determinación.

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